La Trampa del Asfalto: Crónica de un Bache Anunciado
Por Marco Antonio Aguilar
No es un secreto que nuestras vialidades sufren un ataque constante por parte del clima y, tristemente, también por la negligencia de nuestras autoridades. La mezcla asfáltica utilizada antes de las lluvias en las principales vías de los municipios del Estado de México resultó ser un fracaso monumental. Dos lluvias fuertes fueron suficientes para destapar el fraude: el material se botó y los baches, lejos de desaparecer, se hicieron más grandes.
Es realmente deplorable que los ayuntamientos continúen lucrando con esta situación. Lo que debería durar años no sobrevivió ni dos meses. Sin embargo, los reportes muestran pagos millonarios para la “reparación” de baches. Es un ciclo vicioso que parece no tener fin, perpetuado por una combinación de desinterés y corrupción.
Las calles de nuestro estado llevan más de una década pidiendo a gritos un mantenimiento mayor. Los presidentes municipales, escudados en el argumento del presupuesto insuficiente, optan por el “bacheo” continuo, a pesar de que esto no sirve para nada más que para llenar los bolsillos de unos cuantos.
Amable lector, si alguna vez ha viajado a Estados Unidos, habrá notado la sorprendente ausencia de baches. Las calles allí son impecables, un testimonio del compromiso con la infraestructura de calidad. La primera calle de concreto en Bellefontaine, Ohio, construida en 1891, sigue en servicio. Aquí, en cambio, los presidentes municipales prefieren el bacheo, un proceso que, realizado sin calidad, no es más que una fachada para mantener el negocio de las reparaciones interminables.
Sumemos a los baches la falta de iluminación de nuestras calles. Conducir se convierte en una trampa mortal, donde una llanta ponchada es el menor de los males. La oscuridad y los baches son una combinación peligrosa, un reflejo de la falta de atención a las necesidades básicas de los ciudadanos.
Para ilustrar el porqué de esta preferencia por el bacheo, basta con ver el presupuesto asignado a Toluca para 2024: 281 millones 390 mil 024 pesos destinados a “arreglar” las calles. Pero, ¿ha notado alguna mejoría en su colonia?
Esta colaboración de un servidor no es solo una denuncia, sino un llamado a la acción. Exijamos trabajos de calidad, transparencia en el uso de los recursos y, sobre todo, un compromiso real con la infraestructura que sostiene nuestra vida diaria. La trampa del asfalto debe llegar a su fin.